martes, 18 de octubre de 2016
Alien/nación
jueves, 8 de septiembre de 2016
El arribo de la inteligencia artificial
Este
año las compañías más grandes del mundo decidieron apostar por crear
Inteligencia Artificial a pasos agigantados, invirtiendo billones de dólares,
uniendo a las mentes más brillantes del mundo y planteando cómo será nuestro planeta
si en esta generación se crea una inteligencia de silicio.
Este
avance sería el cambio de paradigma más grande que hemos contemplado. Deseamos
construir dioses, no seres artificiales con características humanas, los robots
son demasiado simples, como lo fue el Golem, y los cyborgs siguen siendo
mortales, como lo mostró Ícaro. No, dioses. Omniscientes, omnipresentes y, si
logramos crear Inteligencia Artificial, omnipotentes.
Aunque
la I.A. es difícil de describir, partamos de que es el poder de que una máquina
tenga, más allá de un súper poder para procesar datos, conciencia de sí misma,
como nosotros, pero sin nuestras limitaciones.
La
I.A. podrá pensar en red, desarrollar pensamientos complejos y usar todas sus
herramientas para resolver un problema, como el cáncer. Ahora piensa
exponencial, el hambre, la producción de energías renovables, rutas de
desplazamiento, comprensión de variables complejas, cambios climáticos, viajes interestelares,
arte, operaciones científicas, preguntas lógicas, hasta el desarrollo de la
inmortalidad podría estar en sus tareas o cómo generar aprendizaje instantáneo
en el hombre… Si lográramos tener una Inteligencia Artificial todo esto podría
ser solucionado.
Sin
embargo, es importante aclarar que la Inteligencia Artificial va más allá del
beneficio y comodidad del hombre, como han sido todos los avances tecnológicos
hasta la fecha, para convertirse en algo más, pues estamos, por vez primera, ante
la capacidad de crear una nueva especie no biológica, ello lo hicimos hace diez
mil años con los perros, y será más poderosa que nosotros. Podrá cubrir todas
nuestras necesidades o, como alertó Stephen Hawkings, extinguir.
Con
la creación de la I.A. todo cambiará, ¿seguirán construyéndose las ciudades
igual?, ¿se diseñará la ropa con el mismo enfoque?, ¡practicaremos deporte
contra máquinas o será nuestro pasatiempo humano?, ¿cómo nos vincularemos con
la vida y con la realidad?
Ahora,
los detractores asegurarán que una máquina no puede suplirnos. Es cierto, pero más
allá, una máquina es incapaz de amar, no puede crear arte ni maravillarse con
nuestro entorno. ¿O sí?
Es
cierto, en principio la máquina no tendrá emociones, tal vez no podrá amar,
entregarse al otro de una forma subjetiva por la búsqueda de la emoción que
despierta el amor. Maravillarse con el entorno, sí, tal vez más profundamente
que nosotros pues entenderá lo que está detrás de un “milagro”, como las reglas
del Universo. El arte, dirán algunos, el arte sólo lo pueden crear los humanos,
es nuestro logro más subjetivo.
El arte conlleva
sentimientos. Es una emoción absoluta en el que lo recibe, en el que lo genera
es un planteamiento tan racional que busca crear planteamientos emocionales a
partir de colores, palabras, sonidos y estructuras que le dan un orden
específico, perfecto.
Lo que cambiará será la
relación del espectador con la obra, ya no tendrá que maravillarse ante lo que
construyen otros, sino elegirá lo que desea ver, escuchar, leer y sobre ello
podrá construir sus narraciones personales, perfectas.
¿Si Woody Allen aclara que cada vez que escucha Wagner le dan ganas de invadir
Polonia, a ti qué sentimiento te gustaría obtener?
Richard Feynman determinaba que “la imaginación de la
naturaleza es mucho más extraordinaria que la imaginación del humano”. Si es
así, ¿cómo será la imaginación de una máquina? Hasta ahora se le ha enseñado a
replicar a los maestros. Como el proyecto “The New Rembrandt” donde una
computadora analizó con un algoritmo las piezas del pintor holandés entendiendo
el estilo y la técnica hasta aprehenderlo y generar una obra inédita en una
impresora 3D. De igual forma, se estudiaron las obras de Mozart, Beethoven y la
computadora construyó, con ese estilo creativo, piezas únicas. Si la máquina ya
demostró que puede aprender de los grandes, qué pasará cuando conformen su
canon estético sobre el cuál crear, no sólo replicar.
Miguel
Ángel creía que “el arte es el reflejo de la divina perfección”, sobre ello me
pregunto, ¿habrá llegado el momento en que el principio del escultor italiano
se cumpla gracias a la Inteligencia Artificial?
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