lunes, 5 de octubre de 2015

Diario de escritura (Imposibilidad o postergación)

Tengo 34 años y muy poco trabajo literario creado por mi. Eso no significa que no haya trabajado incansable en ello durante años, sino que hice demasiado juego de sombras, como en el boxeo, y muy poca disciplina. Leí, investigué, talleree, borré miles de páginas, o almacené, no es exageración, y me alejé del proceso creativo para no desaparecerme de la vida común, ordinaria.
El gran problema que siempre tuve con la escritura es que todo los libros que leía y todos los autores clásicos recomendaban escribir para alejarse de la vida, no como evasión solamente sino como enfrentamiento; no vivir la vida al máximo sino vivirla a partir de la escritura; y siempre he querido vivir la vida, disfrutarla.
Nunca supe hacerlo bien, bueno, el nunca representa una década perdida, que no es poco, y significa que si en la literatura no encuentro la carencia de vivir la realidad sino de trascenderla, de lograr lo que esta existencia nos impide, no supe hacerlo en totalidad, de forma óptima.
Esto que sonará a una perogrullada cuando lees, algo lógico, es fundamental cuando escribes, porque cuando escribes estás dejando de vivir para crear otra realidad que otros la puedan habitar de una forma veloz, es decir, si te tardas tres semanas en leer un libro, el autor se tardó cuatro años en construirlo. En ese momento, esas tres semanas son tan veloces y fructíferas pues mientras lees habitas otra realidad de una forma plácida y divertida, sin dejar de lado la propia; en cambio, cuando escribes y te enfrentas constantemente a la recreación de la realidad, para ello abandonas placeres de la vida diaria, y encaras a tus demonios profundos.
Por ello, para mi, los escritores son ejemplo de sacrificios, no de mártires; otro ejemplo de sacrificio son los atletas, la diferencia es que a él lo idolatran en su juventud y al escritor, si le va bien, lo celebran en su vejez, sino es que en su muerte; al artista en general. siempre hay casos que se salen de la media, excepciones que no confirman la regla sino que dan esperanza de que esa regla se puede romper.
Ahora, ya con diez años de vivir la vida al máximo, y con un proyecto detrás que me apasiona, y del que llevo un año de camino, he decidido enfocarme en la escritura.
Si García Márquez tiene razón y la vida es vivir para contarla, para poder recrear una realidad más divertida que esta hay que disfrutarla, en grande. Espero plasmar la euforia que he obtenido en estos años y que los lectores se aprisionen de ella, de una forma fructífera y placentera.

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