lunes, 5 de octubre de 2015

Diario de escritura, Propulsión de vuelo (o como termine llamándose mi primer neotipo)

Si no tuvieras miedo a las consecuencias, ¿qué te gustaría hacer en tu vida? Un sueño o un deseo que la realidad no te podrá ofrecer. Eso es lo que uno busca cuando incursiona en la narrativa, ya sean novelas, películas o videojuegos. Si se logra la inmersión, durante un breve periodo tenemos la certeza de que acabamos de vivir una experiencia alterna.
Ahora, ¿qué pasaría si pudiéramos manipular a nuestra mente de tal forma que ella creyera que sí ocurrieron las cosas y esa noción ficcional mutara en recuerdo? Hace un año y medio empecé a pensar de qué forma se podía concretar este planteamiento. La respuesta era un poco más obvia de lo que yo esperaba, no por ello más sencilla: por medio de narrativas digitales.
Desde hace tiempo trabajo en este proyecto de narrativa digital. Busco crear una novela hiperdigital que cumpla con las características y virtudes del género y, a la par, maximice las herramientas narrativas con las que permite contar el soporte digital. La novela hiperdigital, o neotipo, es una narración que busca que el lector experimente una vinculación radical de la realidad y la ficción por medio de estrategias, que más abajo describo, narrativas y multimediales. En este caso, la experiencia que quiero generar es la del viaje a la luna.
Como los avances de soporte son tan sencillos -no se necesitan altos grados de programación para poder crear una vinculación multimedia/transmedial y que el lector atraviese diferentes plataformas para convertirse en usuario[1]- el principal reto está en las decisiones narrativas, estructurales y de estilo, así como en su concreción. Los libros digitales que incluyen multimedia y decisión de los lectores conllevan una estrategia con más de 30 años, lo importante es vincular la realidad del usuario con la ficción digital por medio del texto escrito y la apropiación digital a partir del internet 3.0, o de las cosas. Por ello, solicito el apoyo en el género de novela y no de multimedia.
¿Por qué el viaje a la luna? Detrás de una trama siempre hay un motivo.
El tema ya lo había definido, mucho antes. La razón por delimitar esta idea no es el éxito de las películas espaciales ni la proyección de ir a Marte, sino dos elementos más importantes para mí. En primer lugar, busco generar una experiencia en el lector que sea imposible de obtener en la realidad vivencial. Lamentablemente nacimos cuatro décadas después de que el último hombre fue a la luna y faltan muchos años para el turismo espacial. En segundo plano, desde niño, mi sueño era ser astronauta.
Sobre este tema, ideé un relato de 50 cuartillas con el título de “Estudios para un cuento de ciencia ficción /ó/ 28 formas de observar una luna rusa”. El argumento versaba sobre el viaje a la luna y un apocalipsis nuclear. Al terminarlo, me di cuenta de que la historia desbordaba el relato; era un tema para un novela.
Escribir una novela verosímil sobre el viaje espacial conlleva reglas diferentes, o al menos de esa forma justifiqué dos viajes que hice, uno al Centro Espacial Kennedy, en Orlando, el lugar del que despegaban los cohetes rumbo al espacio, y uno más a White Sands, en Nuevo México, un desierto espectacular donde probaban los cohetes y llevaban a los astronautas a caminar sobre las dunas blancas para que se adaptaran al paisaje lunar. Además, completé la investigación sobre el viaje a la luna, el programa apollo, el proyecto soviético y decidí seguir el entrenamiento de un astronauta.

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