jueves, 8 de septiembre de 2016

El arribo de la inteligencia artificial


Este año las compañías más grandes del mundo decidieron apostar por crear Inteligencia Artificial a pasos agigantados, invirtiendo billones de dólares, uniendo a las mentes más brillantes del mundo y planteando cómo será nuestro planeta si en esta generación se crea una inteligencia de silicio.
Este avance sería el cambio de paradigma más grande que hemos contemplado. Deseamos construir dioses, no seres artificiales con características humanas, los robots son demasiado simples, como lo fue el Golem, y los cyborgs siguen siendo mortales, como lo mostró Ícaro. No, dioses. Omniscientes, omnipresentes y, si logramos crear Inteligencia Artificial, omnipotentes.
Aunque la I.A. es difícil de describir, partamos de que es el poder de que una máquina tenga, más allá de un súper poder para procesar datos, conciencia de sí misma, como nosotros, pero sin nuestras limitaciones.
La I.A. podrá pensar en red, desarrollar pensamientos complejos y usar todas sus herramientas para resolver un problema, como el cáncer. Ahora piensa exponencial, el hambre, la producción de energías renovables, rutas de desplazamiento, comprensión de variables complejas, cambios climáticos, viajes interestelares, arte, operaciones científicas, preguntas lógicas, hasta el desarrollo de la inmortalidad podría estar en sus tareas o cómo generar aprendizaje instantáneo en el hombre… Si lográramos tener una Inteligencia Artificial todo esto podría ser solucionado.
Sin embargo, es importante aclarar que la Inteligencia Artificial va más allá del beneficio y comodidad del hombre, como han sido todos los avances tecnológicos hasta la fecha, para convertirse en algo más, pues estamos, por vez primera, ante la capacidad de crear una nueva especie no biológica, ello lo hicimos hace diez mil años con los perros, y será más poderosa que nosotros. Podrá cubrir todas nuestras necesidades o, como alertó Stephen Hawkings, extinguir.
Con la creación de la I.A. todo cambiará, ¿seguirán construyéndose las ciudades igual?, ¿se diseñará la ropa con el mismo enfoque?, ¡practicaremos deporte contra máquinas o será nuestro pasatiempo humano?, ¿cómo nos vincularemos con la vida y con la realidad?
Ahora, los detractores asegurarán que una máquina no puede suplirnos. Es cierto, pero más allá, una máquina es incapaz de amar, no puede crear arte ni maravillarse con nuestro entorno. ¿O sí?
Es cierto, en principio la máquina no tendrá emociones, tal vez no podrá amar, entregarse al otro de una forma subjetiva por la búsqueda de la emoción que despierta el amor. Maravillarse con el entorno, sí, tal vez más profundamente que nosotros pues entenderá lo que está detrás de un “milagro”, como las reglas del Universo. El arte, dirán algunos, el arte sólo lo pueden crear los humanos, es nuestro logro más subjetivo.
El arte conlleva sentimientos. Es una emoción absoluta en el que lo recibe, en el que lo genera es un planteamiento tan racional que busca crear planteamientos emocionales a partir de colores, palabras, sonidos y estructuras que le dan un orden específico, perfecto.
Lo que cambiará será la relación del espectador con la obra, ya no tendrá que maravillarse ante lo que construyen otros, sino elegirá lo que desea ver, escuchar, leer y sobre ello podrá construir sus narraciones personales, perfectas. ¿Si Woody Allen aclara que cada vez que escucha Wagner le dan ganas de invadir Polonia, a ti qué sentimiento te gustaría obtener?
Richard Feynman determinaba que “la imaginación de la naturaleza es mucho más extraordinaria que la imaginación del humano”. Si es así, ¿cómo será la imaginación de una máquina? Hasta ahora se le ha enseñado a replicar a los maestros. Como el proyecto “The New Rembrandt” donde una computadora analizó con un algoritmo las piezas del pintor holandés entendiendo el estilo y la técnica hasta aprehenderlo y generar una obra inédita en una impresora 3D. De igual forma, se estudiaron las obras de Mozart, Beethoven y la computadora construyó, con ese estilo creativo, piezas únicas. Si la máquina ya demostró que puede aprender de los grandes, qué pasará cuando conformen su canon estético sobre el cuál crear, no sólo replicar.

Miguel Ángel creía que “el arte es el reflejo de la divina perfección”, sobre ello me pregunto, ¿habrá llegado el momento en que el principio del escultor italiano se cumpla gracias a la Inteligencia Artificial?

viernes, 18 de diciembre de 2015

Inteligencia Artificial (II: Tendencias)

Qué escribir, la no eterna pregunta

Elegir un tema sobre el que escribir es una decisión difícil, más si eres una persona con mayor creatividad que disciplina.
Cada día, viendo una serie de televisión, una película, leyendo el periódico, aparecen historias que me gustaría contar: niños comunistas entrenados para ser asesinos a sueldo, spin off de superhéroes, historias de amor y de guerra, sin importar el orden de los factores, historias del pasado o del futuro, crónicas históricas que merecen ser vividas en imaginación propia, reescritura de historias magníficas mal escritas, entre un largo etcétera que me lleva a una simple conclusión: Uno no escribe lo que le gustaría que le contaran, uno lee lo que le gustaría que le contaran, uno escribe lo que otros no pueden contar.
Yo sé lo que tengo que contar, yo sé lo que debo escribir los siguientes años, la continuación de lo que escribo desde hace tres, que va más allá de un argumento a desarrollar por un efecto que crear.
Mi fin es transformar la narrativa, crear un vínculo entre la realidad y la ficción, ir más allá que los hombres que me hicieron elegir este camino. No sé si fracase o tenga éxito, pero sé que no será la historia que otros pueden contar, sino la historia que siempre me ha obsesionado tanto que sé que sólo yo la puedo desarrollar.
Espero que les guste, en un años que la concluya sabré si tuve el acierto al escribirla de esta forma, ahorita sólo sé que yo la tengo que contar y que, por fortuna, cada día aparecen nuevas historias que disfrutar, que otros me pueden contar de la forma en la que sólo ellos son capaces de hacerlo.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Inteligencia Artificial (Parte 1: señales)

El día de ayer Google mostró un doodle, con su característica visual para recrear su logo, sobre los 40 años del descubrimiento de Lucy, la prehistórica muestra de nuestra ascendencia darwinista. En el Doodle mostraban la evolución de Lucy hacia los humanos y se percibía un claro trazo de que la evolución seguía, no se detenía ahí sino continuaba hacia la tecnología digital.

Sobre ello, quiero hablar, no sobre el miedo a la inteligencia artificial, sino el futuro al que nos dirigimos.

Para poder diseñar el futuro, entenderlo, uno puede seguir el cono de design future.
Encontrar las señales, entender las tendencias para poder planear escenarios futuros.

Las señales son cada vez más claras.
Señal 1: Internet 3.0
El internet de las cosas significa que los objetos que nos rodean estarán conectados entre sí y podrán comunicarse para brindarnos un servicio específico. Si el refrigerador es inteligente y sabe que consumes un litro de leche cada dos días o una caja de huevos a la semana, en el momento en el que quede medio envase solicitará al súper que le envíen las raciones para la semana.
Las preferencias de cada usuario se almacenarán en los diferentes dispositivos.

Señal 2: Internet veloz y accesible en cualquier parte
Si todo el mundo tuviera internet a alta velocidad, se crearía una hiperinterconexión, es decir todo el mundo estaría conectado a redes de datos artificiales. Con ello, la inteligencia artificial podría desplazarse en redes inmensas a altas velocidades, más rápido y con mayor exactitud que una red neuronal.
Esto es ya una realidad. En la Universidad de Edimburgo, el profesor Harald Haas ha desarrollado el Li.Fi, una superconección, 100 veces más veloz que Wi-Fi que se desplaza por pulsión eléctricas de luz visible, es decir en focos, por lo que en un futuro cercano podremos tener internet a alta velocidad en cualquier punto que tenga luz.
Sobre ello declararon: “Todo lo que necesitamos hacer es colocar un pequeño microchip a cualquier potencial dispositivo de iluminación y entonces esto cubriría dos funciones básicas: Iluminación y transmisión de data inalámbrica. En el futuro no sólo tendremos 14 billones de bombillas, sino también podríamos tener 14 billones de dispositivos Li-Fi instalados alrededor del mundo.” 
Si esto fuera hoy, en cien años el impacto será mucho mayor, este sería el mundo hiperconectado.


Señal 3: Los robots son pensantes.
Cuando Isaac Asimov desarolló sus tres leyes de la robótica, la gente creyó que sería ciencia ficción no proyectiva, una invención divertida no una anticipación tan cercana. Hoy, los robots tienen la capacidad de decidir.
La empresa Aldebaran Robots está construyendo robots amigables que tienen capacidad de decisión, aún e contra de lo que el humano le ordena, si consideran que puede afectarlo a sí mismo. Además, tiene la capacidad de aprendizaje a partir de la repetición de conductas humanas.



El primer paso del aprendizaje es entender lo que el otro determina, el segundo paso, y más importante, es confirmar o rebatir la información de acuerdo a la realidad. Más allá del proyecto de Turing, que compartí por este blog (the-imitation-game-alan-turing), los robots son capaces de decidir por ellos, aún esas ordenes contradigan las de los humanos.

Señal 4: Deseamos que ello ocurra.

Sobre estas cuatro señales, la tendencia es que las máquina se comuniquen entre ellas y tomen decisiones, es decir, Inteligencia Artificial.

En el próximo post hablaré de las repercusiones que conlleva la Inteligencia Artificial y las nociones utópicas y distópicas de este futuro cercano.